Los datos LGBTIQ+ del censo: ¿qué nos dicen y qué no?

Ecuador tiene por primera vez datos de la población LGBTIQ+ en un censo de población y vivienda, pero este no incluyó a personas intersex ni menores de edad; tampoco hubo una metodología dirigida a quienes están en el clóset. Pese a que el INEC destaca un proceso participativo, organizaciones señalan que sus observaciones para garantizar una mejor representación no fueron implementadas

JOAQUÍN TAMAYO

La bandera del orgullo ondea flamante en una pantalla digital. Sobre esta imagen en movimiento y en un fondo violeta se lee una frase que funciona como slogan de este evento sin precedentes: “Datos con orgullo”.

El director ejecutivo del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC), Roberto Castillo, sube al escenario para presentar de manera oficial los resultados censales de la población LGBTIQ+. Mientras camina observa con una sonrisa la frase sobre la pantalla. No se trata de un trabajo completado de un día para otro, sino de un viaje que emprendió el INEC desde 2019 y cuyos resultados se presentaron el 2 de mayo de este año. 

El proceso para llevar a cabo este proyecto incluyó un censo experimental, pruebas piloto, encuestas a hogares, la construcción participativa de las preguntas incluidas con el apoyo de organizaciones de la sociedad civil, y la capacitación y sensibilización para los equipos de campo. Así consta en el documento de presentación del INEC: Censo Ecuador.

En el censo realizado en 2022, se hicieron tres preguntas relacionadas a temáticas sexo-genéricas: sexo al nacer, identidad de género y atracción afectiva, física o sexual. Estas dos últimas preguntas fueron dirigidas a personas mayores de 18 años y eran de carácter opcional. 

Antes de presentar los resultados, Castillo cuenta todo este recorrido y reafirma la importancia de que se incluyeran estas preguntas por primera vez en el censo: “Simplemente lo que no se mide no existe”, dice. 

El director ejecutivo del INEC, Roberto Castillo, durante su presentación en los resultados LGBTIQ+ del censo de población y vivienda, el 2 de mayo de este año. | CORTESÍA INEC

Durante el evento, el entonces subsecretario de Diversidades del Ministerio de la Mujer y Derechos Humanos, Alexander Guano, manifestó la importancia de contar con estos datos para visibilizar a las personas LGBTIQ+ como sujetos de derechos, formular políticas públicas y combatir la discriminación. 

El INEC obtuvo como resultado que en Ecuador hay 270.970 personas LGBTIQ+. Esta cifra representa el 2,43% de la población.

Sin embargo, en estudios como estos es válido preguntarse qué personas quedaron por fuera, quiénes no fueron representados en el censo, todxs lxs que permanecieron invisibles. 

Una letra en el colectivo no bastó para existir  

La letra “I” en el acrónimo del colectivo LGBTIQ+ representa a las personas intersexuales, que son las que nacen con características sexuales que no corresponden a las nociones binarias de los cuerpos masculinos o femeninos. En el visualizador de resultados oficiales del censo se las describe como personas que “…nacen con características biológicas de ambos sexos”, una descripción que las ubica como hermafroditas, noción fuertemente criticada por los activismos intersexuales, y que limita la amplia variedad del término intersex, pues este abarca entre 60 y 80 variaciones de cuerpos sexuados reconocidos por la genética y la biología molecular, expone Cristian Robalino Cáceres en su libro ¿Es niño? ¿Es niña? ¿Ninguno de los dos? ¿Quién decide? El ejercicio médico-jurídico en torno a la intersexualidad en Ecuador.

Pese a que el visualizador de datos del INEC menciona a la población LGBTI+, la misma página, en la esquina inferior izquierda, señala en un recuadro que el censo levantó información sin tomar en consideración a las personas intersexuales. 

En el censo, las personas intersex permanecen en un limbo. El INEC las define, reconoce que existen, y a la vez es como si no existieran, pues no hubo una opción en el cuestionaro censal para que las personas intersex pudieran visibilizarse.

Wilmer González, coordinador del colectivo intersex Intertulias, es una de las personas que no pudo identificarse en este censo. “Fui doblemente invisibilizado”, cuenta. Primero, porque no existía la opción de responder que había nacido como persona intersex en el apartado de sexo al nacer; y, segundo, porque él afirma que tampoco llegaron a su casa para censarlo. 

En un boletín de prensa del INEC, la institución reconoce haber construido las preguntas con el apoyo de “más de 20 organizaciones y colectivos LGBTI+”. Sin embargo, Intertulias, el único colectivo que lucha por los derechos de las personas intersexuales en el Ecuador, no fue considerado para este proceso. 

González relata que solo lo llamaron en el momento de socializar el instrumento metodológico; es decir, cuando las preguntas ya estaban hechas. Aún así, afirma que su colectivo notificó que la pregunta no era inclusiva y que la población intersex no iba a tener representatividad. 

La población intersex enfrenta una constante invisibilización. Para el activista, el problema radica en que no hay un “ejercicio de normalización”, lo cual ha resultado en el borrado de las personas intersex. Entre esas formas de invisibilizar a la población se encuentran el sometimiento de las personas intersex a cirugías para asignarles un sexo, terapias de hormonización sin consentimiento y exclusión en el Registro Civil. 

Las vidas ocultas

Antes de la presentación de los resultados por parte del director ejecutivo del INEC, el activista Freddy Lobato dio unas palabras y reflexionó en torno a la importancia de contar con los datos del censo. También habló de quiénes no pudieron formar parte de este, las personas que todavía están dentro del “armario”. 

La metáfora del “armario” es utilizada para referir que una persona no es capaz de expresar su identidad de género u orientación sexual de manera libre. Lovato, durante su discurso, aludió que no es fácil mostrar estas dos cosas en una sociedad machista y conservadora. Asimismo, reconoció que es consciente de que personas que todavía están en el armario seguirían ocultando su identidad de género u orientación sexual al momento de ser censados. El activista remarcó: “Debemos ser conscientes también que cualquier otra metodología en un censo amplio con enfoque de diversidades tendría esa limitante aquí o en otro país con mayor apertura y derechos para las diversidades”. 

¿No había forma de visibilizar a las personas LGBTIQ+ en el “armario”? Para Diane Rodríguez, directora de la Federación Ecuatoriana de Organizaciones LGBTI y quien fue parte del proceso de construcción participativa del censo junto con otras organizaciones de la sociedad civil, se trata de un dato perdido que podría haberse salvado. Rodríguez asegura que el INEC nunca explicó ninguna metodología para visibilizar a las personas que no eran abiertamente LGBTIQ+ en sus hogares. Afirma que también envió una carta al INEC con recomendaciones para abordar la problemática, pero nunca obtuvo una respuesta. 

“Dejémonos de pintar las cosas exitosamente como lo ha hecho el INEC”, señala. “No hubo una metodología adecuada de recolección de la población LGBTIQ+ que pueda asegurar realmente unos datos que nos representen”, afirma. A pesar de esto, Rodríguez no descarta que el paso que se ha dado para incluir a la población es importante. 

Lía Burbano, directora ejecutiva de la fundación lésbica Mujer y Mujer, observa de manera distinta los resultados obtenidos por el censo. Describe que se siente “altamente satisfecha” de que se diera el paso para visibilizar a las personas LGBTIQ+, aunque no se haya dado con la implementación de todas las sugerencias propuestas por su organización.

Burbano también comenta que era consciente de los problemas que se iban a dar para visibilizar a las personas que están dentro del armario y sugirió al INEC el lanzamiento de una campaña para fomentar que las personas contestaran el censo de forma online. 

Aún así, ella reconoce que esta alternativa para visibilizar a las personas es un recurso privilegiado no accesible a toda la población. 

Los rastros de las personas trans

De las 270.970 personas de las diversidades sexo genéricas, 110.519 se autoperciben como personas trans. Este colectivo representa el 0,99% de la población total de Ecuador.

Fabián Tello, director político de la organización Proyecto Transgénero, considera que también hubo problemas metodológicos por parte del INEC al momento de cuantificar a esta población. 

Él cree que la formulación de las preguntas podrían haber generado rechazo por parte de las personas trans. “Yo nunca voy a decir que mi sexo es mujer”, afirma que habría contestado si se le hubiese preguntado cuál era su sexo al nacer (la pregunta solo incluyó como opciones de respuesta las categorías binarias de hombre-mujer), “… pero por mi postura política tampoco voy a decir que mi sexo es hombre porque hombre tampoco es un sexo”. Él prefiere identificarse con las categorías de sexo femenil y género masculino. Tello cuenta haber sugerido la inclusión de estas categorías en un evento en que el INEC consultó a las organizaciones de la sociedad civil su opinión respecto a las preguntas. 

De manera similar al caso de Wilmer González, Tello afirma que se lo invitó a esta reunión para presentarle las preguntas, mas ya no se podían realizar cambios a las mismas. Describe este momento como “agridulce” y piensa que el INEC debió haberlos convocado antes para poder incluir sus sugerencias y así obtener un dato más representativo de las personas trans que existen en el Ecuador. 

Infancias y adolescencias, ¿invisibilizadas?

Las preguntas dirigidas a las personas LGBTIQ+ sólo fueron planteadas a mayores de 18 años. Es decir, no se consideró a niñxs ni adolescentes que se autoperciben como parte de las diversidades sexo genéricas.

Aunque el Estado reconoce que existen (hay una Guía de orientaciones técnicas para prevenir y combatir la discriminación por diversidad sexual e identidad de género en el sistema educativo nacional), a la vez les niega derechos, como a la identidad a niñxs trans, pues la actual lesgislación solo permite los cambios de datos de sexo o género en la cédula de identidad a mayores de edad.

El Plan de Acción de Diversidades LGBTI+ elaborado por la Subsecretaría de Diversidades detalla que entre los derechos pendientes para la población sexo genérica, se encuentra el de promover una “Ley especial de identidad auto percibida de género para las personas Trans, Intersex y No Binarias (adultas y niñas)”. 

Para Fabián Tello, quien desde los 13 años se identificó como una persona trans, el no incluir a menores de edad en las preguntas sobre temáticas sexo genéricas es un tema debatible.

Por un lado, comprende que no hayan sido incluidas para proteger a los menores de edad, que en muchos espacios familiares son sujetos vulnerables. Sin embargo, también asegura que el no incluirlas crea un imaginario en el que no hay una niñez y adolescencia diversa en el país. Piensa que es igual de importante buscar mecanismos para visibilizar a las personas diversas, pues el no contar con datos oficiales “no permite generar políticas públicas y acción social alrededor de sus problemáticas”. 

Una de las problemáticas que enfrentan las infancias y adolescencias diversas es la violencia en espacios educativos. La Guía de orientaciones técnicas para prevenir y combatir la discriminación por diversidad sexual e identidad de género en el sistema educativo nacional, que publicó en 2018 el Consejo Nacional para la Igualdad de Género, señala que “es evidente que las expresiones de violencia frente a las diversidades sexo-genéricas están presentes en la realidad cotidiana de la escuela y el colegio y afectan el desarrollo integral de las personas”.

El INEC, sin embargo, sí consideró a personas menores de edad para considerar otras violencias, como la violencia sexual a niñas y adolescentes. Por ejemplo, se recolectó información del estado conyugal de la población censando a personas de 12 años o más. También se realizaron preguntas específicas para conocer la fertilidad en mujeres de más de 12 años. Algunas de las preguntas realizadas fueron cuántos hijos nacidos vivos ha tenido y a qué edad tuvo su primer hijo. 

2,4% es lo que hay 

Entre las frases que resuenan en la intervención del director ejecutivo del INEC durante el evento de presentación de los datos de la población LGBTIQ+, hay una que sobresale. Roberto Castillo dice “Bonito es criticar”. 

Al escuchar la frase pensé inmediatamente en Lía Burbano. 

Escucho alivio en su voz mientras me cuenta una batalla que para ella empezó desde 2013, junto con la de más activistas, por incluir a la población LGBTIQ+ en un censo, una batalla por existir en los datos estadísticos oficiales del país. Ser activista es luchar y para ella esa lucha nunca acaba. 

“Con limitaciones y todo, los datos están y ahora hay que utilizarlos”, dice con una sonrisa. “Nos hemos visto obligados a ser extremadamente pacientes”. 

También pienso en Diane Rodríguez, quien similar a Burbano me cuenta que lleva en la lucha por esta representatividad desde el año 2010. Ella reflexiona en que se podía haber hecho más en el censo y manifiesta que si el INEC hubiese escuchado las sugerencias “estaríamos tranquilos y dijéramos sí, es verdad, hicimos nuestro mayor esfuerzo entre la institución pública y la sociedad civil y este fue el resultado”. Hay frustración en su voz, como si se sintiera decepcionada de sí misma. 

Pienso en Fabián Tello y en las personas que como él no se sintieron representadas en el censo.     

Pienso en Wilmer González y en que su lucha seguirá siendo larga hasta conseguir que las personas intersex salgan del limbo.

“Si alguien les dice que hay la metodología perfecta, les está engañando. No existe”, afirma Roberto Castillo, y explica que el siguiente paso para el INEC es llevar a cabo una encuesta focalizada para conocer las condiciones de vida de la población LGBTIQ+. 

Hasta el momento, el INEC no ha comunicado una fecha oficial en la que se llevará a cabo esta encuesta. Edición Cientonce consultó a la institución vía mail, pero no respondió. Lía Burbano, sin embargo, me cuenta que ha escuchado que en junio, mes durante el que se conmemora el Día Internacional del Orgullo, se lanzaría oficialmente la encuesta.

“Pero no lo tomes como verdad”, me dice. Luego se le achinan los ojos mientras vuelve a sonreír, cabizbaja. Parece que va a sonrojarse. “Nos gustan mucho las fechas emblemáticas a las personas LGBT”. 

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Joaquín Tamayo

Estudiante de Literatura y Escritura Creativa. Hago periodismo porque me interesa contar las historias que parecen pequeñas, pero que dan cuenta de las problemáticas más grandes.