Miedo a ser visible, otra realidad intersex de Ecuador y la región

Como cada 26 de octubre, desde 2004, hoy se conmemora el Día de la Visibilidad Intersex, una iniciativa que el Intersex Day Project impulsa para luchar por los derechos de las personas intersexuales. Dos activistas intersex cuentan la situación de la población más invisibilizada entre la diversidad sexogenérica

DANIELA MEJÍA ALARCÓN

Hermafroditas, demonios, monstruos. Son algunas de las erróneas concepciones que se han construido en torno a las personas intersexuales o intersex y que han incidido en que gran parte de esta población haya optado por permanecer en la invisibilidad y el anonimato, lo que ha repercutido en que la lucha por sus derechos aúne pocas voces. 

Las personas intersex, representadxs en la I de las siglas LGBTIQ+, son las que nacen o desarrollan corporalidades que no corresponden a las «típicas» nociones binarias de los cuerpos masculinos o femeninos. 

Se trata de variaciones naturales en el cuerpo en donde las categorías hombre-mujer son insuficientes para nombrar el amplio espectro de corporalidades.

La de hermafroditas, esos seres ficcionales que aluden a la mitológica figura griega que encarna a los dos sexos en un solo cuerpo (mitad pene y mitad vagina) es, sin embargo, la consideración que sobre las personas intersexuales está más instalada en el imaginario social ecuatoriano, según expone Cristian Robalino Cáceres en su libro ¿Es niño? ¿Es niña? ¿Ninguno de los dos? ¿Quién decide? El ejercicio médico-jurídico en torno a la intersexualidad en Ecuador, uno de los documentos académicos más completos sobre la realidad intersex en el país. 

Es un tema del que aún poco se conoce y se habla, y por ello la importancia de la visibilidad. Hoy, 26 de octubre, se conmemora el Día de la Visibilidad Intersex, una iniciativa que el Intersex Day Project impulsa para luchar por los derechos de las personas intersexuales.

Por el desconocimiento de la realidad intersex y los tabúes alrededor, son pocos los activistas que han decidido ser la voz de un colectivo aún invisbilizado. En Ecuador, el más visible es Wilmer González Brito, de Intertulias.

Wilmer cuenta que, debido al imaginario que hay sobre cuerpos como el suyo, a sus redes sociales le han llegado mensajes como este: «Me gustaría acostarme contigo porque sería como estar con un hombre y una mujer a la vez». 

Wilmer González Brito, coordinador de Intertulias, el único colectivo en Ecuador que lucha por los derechos de las personas intersex. | FABIO ABAD BAUS

Por eso refiere que en torno a sus existencias predomina el morbo, que al sostenerse en la falta de información y educación sobre intersexualidad, es una de las razones por las que el activismo intersex es aún incipiente. 

Intertulias, por ejemplo, es el único colectivo de personas intersexuales que hay en el país. Lo integran apenas tres personas, pese a que ya tiene ocho años de recorrido. Wilmer comenta que para desmitificar y erradicar las equivocadas concepciones que hay sobre la intersexualidad mantienen un programa que se transmite quincenalmente vía Facebook Live.

«Decidimos hacer el programa para manejar una pedagogía amigable con las personas y atacar al sistema, mas no a las personas, puesto que las personas, muchas de las veces por desconocimiento, son las que cometen algún grado de discriminación o hablan de maneras peyorativas», sostiene Wilmer, de 45 años. 

Pero no es solo el caso ecuatoriano. Franco Andrés Pradenas afirma que la realidad intersex chilena no dista tanto. Él es uno de los coordinadores y fundadores de la Comunidad Intersex Pacífico Sur, que empezó su actividad en 2018 y es una de las solo dos organizaciones que visibilizan la intersexualidad en su país. 

De ahí que junto a Paty Nube, de Intersexuales Chile, sea uno de los pocos rostros visibles de la lucha intersex chilena, permeada por las mismas problemáticas que la ecuatoriana: la invisibilización y vulneraciones en el sistema de salud pública, desde su nacimiento, a través de intervenciones quirúrgicas y tratamientos no consentidos, y en el transcurso de su vida, por la falta de acceso a servicios integrales de salud y la no aplicación de políticas públicas.

“Somos muy poquitas personas, cuantificablemente hablando. Te diría que cada una es más o menos del mismo porte que Intertulias. Son un par de caras visibles con un par de caras invisibles”, indica Franco, de 33 años. Y al respecto explica que «no es que no haya más personas» intersex, pero ser visible, asegura, «es peligroso», exponer a alguien «no es fácil». 

Franco Andrés Pradenas, uno de los coordinadores de Comunidad Intersex Pacífico Sur. CORTESÍA

El médico y psicólogo Edgar Zúñiga Salazar cuenta que las personas intersex que acompañan desde la Red Ecuatoriana de Psicología por la Diversidad LGBTI, «todavía no se sienten seguras, segures, de visibilizarse». 

«La mayoría de casos se quedan en el ámbito privado porque no quieren visibilizarse para no ser vulnerables a la violencia, discriminación, rechazo. (…) Están viviendo clandestinamente», advierte.

Por otro lado, agrega, hay otras personas intersex que «han empezado a entenderse desde este concepto» y, tras haber, quizá, atravesado «un momento de negación», llegan a empoderarse y visibilizarse. «Es otra de las alternativas y el momento en el que podría estar Wilmer (González Brito), por ejemplo, un momento ya de orgullo intersex, un momento en el cual yo ya puedo politizar mi identidad», apunta.

“En la actualidad, el movimiento intersex es quizás el más relegado de entre las identidades LGBTI”, se señala en el documento ABC de la Diversidad Sexogenérica, elaborado por la organización Proyecto Transgénero, que impulsó la creación de Intertulias. Y en esta misma línea también se ha pronunciado el activista argentino Mauro Cabral, quien sostiene que la intersexualidad no solo está en los márgenes de la preocupación social, sino también en los márgenes del propio activismo de la diversidad sexual. 

Franco concuerda. Es cierto, dice, que identidades sexogenéricas como la intersex todavía están “en la cola de la cola”: “No somos prioridad, al menos de que nos hagamos prioridad. Incluso dentro de las disidencias sexogenéricas hay grupos como nosotros, las personas intersexuales, como las personas asexuales, agénero, por ejemplo, que todavía somos como el borde del borde y seguimos estando en este espacio medio externo”. 

Estar en ese espacio marginalizado responde a por qué pocas personas sepan realmente quiénes están representados por la I de las siglas LGBTIQ+. “Cuando preguntas si saben qué es LGBTI, te dicen ‘sí, sí sabemos, son los gays, las lesbianas’. Pero cuando les preguntas qué es una persona intersexual, dicen ‘ah no, no sabemos, solo sabemos que están entre las letras, pero no sabemos quiénes son’. Dentro de la misma comunidad hay desconocimiento, el mismo estigma o el mismo morbo», manifiesta Wilmer.  

En este sentido, Franco cree que el recorrido de las reivindicaciones hasta ahora alcanzadas por la población LGBTIQ+, como la despenalización de la homosexualidad, el matrimonio igualitario, cupos laborales trans, entre otras conquistas que varían según el país, demuestra lo que han conseguido uniéndose, aunando luchas. 

“Seamos parte de la comunidad, pero parte activa y viva, parte que ya ha recorrido un camino y que en su camino va sacando lo mejor posible para construir comunidad y que así dejen de existir estos límites ridículos. Siento que hay que dejar de pelear por tonteras y eso queda demostrado en lo que hemos logrado uniéndonos. Si nos unimos, sirve. Y no es solo acá, es en todas partes”, matiza. 

Daniela Mejía Alarcón

Escribo porque es lo que más me gusta hacer y hago periodismo desde hace doce años porque me gusta escribir. Actualmente, publico en revista Mundo Diners y Edición Cientonce. Antes colaboré con Diario El Universo y Mongabay Latam; así como con El Cronista y Canal Net TV de Argentina. Me cuesta no tomar postura, entonces lo hago, escribiendo sobre lo que me interesa: derechos, literatura, animales y disidencias.