Ela, la niña que hoy vuela libre

Con el apoyo de sus padres, una menor de edad transgénero logró modificar los datos en sus documentos en Ecuador, entre ellos su pasaporte. El Registro Civil reconoció su identidad por una sentencia en Estados Unidos, pues la niña tiene doble nacionalidad.

VICTOR H. CARREÑO

ILUSTRACIÓN: DIANA ROMERO

– ¿Cómo está mi hija hermosa?”, preguntó Dawn. 

– Gracias por decirme hija”, respondió Ela, con su rostro envuelto en lágrimas y sumida en un abrazo con su madre.

Es un momento que Dawn recuerda con claridad. Era el primer sábado de octubre de 2016, cuando Ela* tenía 5 años. Caminaban juntas en la calle un día después de una conversación con sus padres en la que les pidió que la llamaran hija y no hijo. Ella y no él.

Ese diálogo surgió porque minutos antes, su papá, Michel, fue por ella a la escuela y un compañero de su clase se acercó y preguntó si Ela era niño o niña. “¿Qué te dijo Ela?”, preguntó Michel al amigo de su hija. “Dice que es una niña”, contestó. “Entonces es una niña”, respondió Michel.

Con la reacción de su hija en medio de la calle, Dawn supo lo importante que era que la llamara hija.

Ela es una niña transgénero y hoy tiene 12 años. Sus padres respaldaron y acompañaron su deseo de usar vestidos desde los 3 años, de ser inscrita como niña en la escuela y modificar los datos en sus documentos identitarios para que aparezcan sus nombres y su sexo de acuerdo con su identidad de género.

Ela (izquierda) junto a su papá y su hermana en un viaje familiar. Su familia la apoyó desde un inicio en su transición. | CORTESÍA

Los cambios de los datos fueron en sus actas de nacimiento y pasaportes de dos países, Ecuador y Estados Unidos, pues Ela, quien nació en Washington, tiene doble nacionalidad. Su padre, Michel, es ecuatoriano, y su madre, Dawn, estadounidense.

Cuando en diciembre del año pasado, con sus 12 años recién cumplidos, recibió su pasaporte ecuatoriano con sus nombres y la letra F en el campo de sexo, Ela saltó y gritó emocionada por toda la casa. “Me sentía increíble, estaba super feliz”, recuerda.

Aunque en 2018, cuando tenía 7 años, cambió los datos en sus documentos estadounidenses, comenta que recibió con más emoción el pasaporte ecuatoriano.

Para lograr los cambios en sus documentos en Ecuador, los padres de Ela iniciaron un proceso en el que hubo incertidumbre, pues la legislación nacional solo permite el cambio de datos en los documentos a personas trans que son mayores de edad.

Quienes son menores de edad trans, en cambio, deben manejarse con documentos identitarios que muestran el género que intentan dejar en el pasado.

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Desde los 3 años, Ela empezó a usar vestidos en casa, pero no se animaba a hacerlo en la escuela. Aquí había escuchado que eran prendas solo para niñas y no para niños, y ella aún usaba su nombre de nacimiento y pronombres masculinos.

Por ese comentario, Ela esperaba regresar a casa de la escuela para cambiar de atuendos. Pero, “estaba triste por eso”, recuerda Michel. Y no quería verla así. En una llamada telefónica, le pidió a su esposa que le prestara uno de sus vestidos. Quería lucir uno para salir a caminar con Ela en el barrio.

Dawn buscó en el clóset vestidos que sean de la talla de Michel. El que encontró fue uno rosa con flores. Su esposo llegó del trabajo, fue al dormitorio a cambiarse de ropa y, sin dudarlo, lo usó.

Él y su hija salieron a caminar usando vestidos, tomados de la mano y conversando. Dawn los veía por la ventana de la casa. Tras esa experiencia, Ela empezó a ir a la escuela con vestidos, pero seguía usando su nombre de nacimiento y pronombres masculinos. A sus padres les decía que en momentos era niña y en otros niño. “No sabíamos si era una fase o una exploración. No sabíamos qué tan en serio tomar sus palabras”, comenta Dawn.

Ela empezó a usar vestidos desde los 3 años, pero fue a sus 5 años que pidió la llamen niña y usen pronombes femeninos. En la foto, en un campamento para niñxs trans. | CORTESÍA

Pero en sus expresiones y acciones sí había un grito de inconformidad desde su interior. En marzo de 2017, cinco meses después de que Ela pidiera a sus padres que la llamaran hija, la maestra de kínder le comentó a Dawn que Ela, ya con 6 años, había pedido cursar el próximo año el primer grado como una niña.

“A pesar de que la apoyábamos mucho, no supimos cómo hacer para que ella nos diga directamente y no a través de otra persona. A partir de ese momento, porque nos dimos cuenta que nos faltaba, empezamos a tener ayuda de una psicóloga para su transición final”, recuerda Michel.

En una de las sesiones con la psicóloga, esta pidió a Ela hacer tres dibujos en tres hojas separadas: una para graficar quién era, otra para quién es y la última para quién será.

En la primera, de color rojo, dibujó con trazos gruesos una cuna en la que reposaba una bebé. En la segunda hoja, una blanca, graficó una solitaria silueta en la que los únicos detalles fueron dos puntos y una línea recta dentro del círculo que formaba la cara. Los puntos fueron para graficar los ojos, y la línea, la boca. Sobre el círculo dibujó un sombrero de copa. Los trazos eran finos.

En la última hoja, de color rosa, Ela usó todo el espacio para dibujar una silueta con cabello abundante y un vestido corto en el que estaba coloreada una mariposa; en el círculo correspondiente a la cara, unos ojos saltones y una boca abierta; junto a la silueta, dos signos musicales que se usan en los pentagramas. 

En ese dibujo, Ela manifestó lo que para sus padres —e incluso para ella— estaba aún confuso: se identificaba como una niña. 

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Tras las sesiones psicológicas, Ela expresaba su identidad de género sin reprimirse. “Yo soy niña” era una frase que se sumaba de forma espontánea a sus conversaciones y corregía a las personas si usaban pronombres masculinos para dirigirse a ella.

En una nueva escuela, en la cual cursó el primer grado, sus padres la inscribieron con datos de acuerdo a su género. Meses después, en una actividad escolar, leyó una autobiografía en que contaba su historia: “cuando yo nací, todos los adultos pensaron que era niño…”.

Esa aceptación fue el inicio de una lucha para que sus documentos estén conformes con su identidad de género: primero, en Estados Unidos, un año después de esos tres dibujos que sus padres aún conservan; luego, en Ecuador, en un proceso que inició en el 2022.

Con 7 años, Ela obtuvo en Washington D.C., en abril de 2018, un acta de nacimiento con sus nombres y sexo femenino. Para lograrlo, sus padres iniciaron un proceso judicial.

Los padres de Ela solicitaron al Departamento de Salud del Distrito de Columbia (responsable de la emisión de los documentos de identidad) la rectificación de los datos, pero la petición fue negada.

Con el pedido rechazado, acudieron a la justicia y lograron un fallo a favor. La sentencia ordenó el cambio de nombres y sexo en el acta de nacimiento de Ela y así el Departamento de Salud emitió una nueva con los datos correspondientes a su género autopercibido.

Para Ela, acudir a la Corte y pedir su acta de acuerdo a su género fue la mejor experiencia en 2018. Dawn recuerda que para diciembre, cuando en familia reflexionaron sobre las mejores y peores vivencias del año, su hija mencionó “el día de la Corte” como el mejor momento de su vida.

Ela logró el cambio de datos en sus documentos en Estados Unidos cuando tenía 7 años.. | CORTESÍA

Pero ese año Ela también pasó por un episodio que le provocó lágrimas por ser quien es. En julio, cuando ya tenía su pasaporte estadounidense con datos femeninos, viajó a Quito junto a su familia como lo hacen cada año por las vacaciones de verano en Estados Unidos.

Por tener doble nacionalidad, al igual que su papá y su hermana, presentó su pasaporte ecuatoriano, pero en este constaban aún sus datos de nacimiento.

En Migración, la persona que recibió los documentos preguntó por el niño que aparecía en el pasaporte ecuatoriano, por el niño que Ela había dejado atrás el año pasado.

“Me preguntaba ‘quién es ella’ y ‘quién es él’. Yo le explicaba y me decía ‘dónde está él’. Estuvimos como una hora. Llegaron otros agentes y preguntaban por el niño, y cada vez que lo hacían yo veía a Ela en lágrimas”, cuenta Michel.

Los responsables de Migración no entendieron. Lo que hicieron, para que puedan ingresar a Ecuador, fue solo tomar en cuenta el pasaporte estadounidense de Ela, como si hubiese visitado el país por primera vez.

Después de ese episodio, Ela ingresó a Ecuador solamente con su pasaporte estadounidense en los viajes familiares. Fueron cuatro años de ingresar como ciudadana estadounidense mientras su papá y su hermana presentaban ambos documentos.

Pero su deseo era llegar a Ecuador, en cada viaje familiar, con ambos pasaportes y que los dos muestren quién realmente es. Y pide a sus padres que también quiere cambiar los datos en sus documentos ecuatorianos.

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En mayo de 2022, Ela —que en ese momento tenía 11 años— y sus padres firmaron una solicitud formal enviada al Registro Civil para solicitar el cambio de los datos en Ecuador. 

“Lo que sucedía en Ecuador al momento de su ingreso era una vulneración de derechos porque sus documentos no reconocían su identidad de género (…) El responsable de esta vulneración era el Registro Civil porque es la institución a cargo de los documentos identitarios de las personas”, explica Daniela Ayala, la abogada encargada de su caso

La estrategia que aplicarían buscaba que el Registro Civil rechace el pedido para iniciar un proceso legal que coincida con un nuevo viaje de la familia a Ecuador, pero el organismo no se pronunció ni en contra ni a favor.

En julio, un día después de haber llegado al país, Michel y Dawn acudieron al Registro Civil junto a Ayala y se reunieron con el área jurídica. Aunque los funcionarios mostraron predisposición a cambiar los datos, expusieron que no había un reglamento para menores de edad transgénero.

Esperaron tres semanas durante las cuales solo encontraron más justificaciones, como la imposibilidad de editar los campos en el sistema. Hasta que en agosto, el Registro Civil, en una resolución administrativa, ordenó la rectificación de los datos de Ela en su acta de nacimiento, pero amparado en una disposición de la Ley Orgánica de Gestión de la Identidad y Datos Civiles sobre correcciones administrativas para enmendar errores en los documentos de identidad.

Para ello, el organismo se sustentó en la sentencia en Estados Unidos que ordenó cambiar los datos en sus documentos de ese país para que estén conformes con su identidad de género. Es decir, en el caso de Ela, el Registro Civil no aplicó la disposición del reemplazo del campo de sexo por género para personas trans, sino que corrigió todos los datos, entre ellos sexo.

“El Registro Civil reconoce la identidad de los documentos de Estados Unidos, y genera un cambio de sexo y no de género, que es un avance importante”, señala Ayala.

Cuando recién había cumplido 12 años, Ela recibió su pasporte ecuatoriano con sus nombres y sexo de acuerdo a su identidad. Este año, viajará por primera vez con el nuevo documento. | CORTESÍA

Desde 2016, año en que entró en vigencia la Ley Orgánica de Gestión de la Identidad y Datos Civiles, las personas trans mayores de edad pueden reemplazar el campo de sexo por género en sus documentos. Es decir, en sus documentos aparece el campo género, mientras que en las personas cisgénero (cuya identidad corresponde socialmente con el sexo asignado al nacer) el campo sexo.

Varias organizaciones de derechos LGBTIQ criticaron la norma porque creaba un documento exclusivo para personas trans en lugar de reconocer todas las identidades en igualdad de condiciones.

Por considerar que la ley vulnera derechos de las personas trans, la Corte Constitucional ordenó a la Asamblea Nacional, en una sentencia de 2017, reformar la norma para que en los documentos de las personas trans aparezca el campo sexo y esté acorde con su identidad autopercibida, pero la Asamblea no acogió el mandato del organismo. 

El año pasado, el Legislativo aceleró el trámite por un llamado de atención de la Corte Constitucional. Sin embargo, las reformas solo llegaron hasta el primer debate. 

Hubo un informe listo para segundo debate en el que constaba la facultad de que una persona trans mayor de edad cambie el campo de sexo de masculino a femenino, o de femenino a masculino, de acuerdo con su identidad autopercibida, pero la Asamblea Nacional fue disuelta el pasado 17 de mayo por el presidente Guillermo Lasso y, hasta ese momento, el informe no fue aprobado.

Ayala, sin embargo, destaca que el caso de Ela demostró que el Registro Civil no necesita que la Asamblea apruebe una ley para el cambio de sexo “porque la Constitución tiene directa e inmediata aplicación”.

Pero, ¿este es un caso que marca un precedente para más niñxs trans? Christian Paula, director ejecutivo de Pakta, destaca la resolución del Registro Civil por estar apegada a estándares internacionales, pero señala que es una decisión que se toma en función de la legislación extranjera por la sentencia de una Corte de Estados Unidos a favor de Ela.

Paula recuerda el caso de Amada, una niña trans que en 2018 -tras un proceso legal y con apoyo de sus padres- logró que el Registro Civil modifique los datos de su cédula de identidad y pasaporte de acuerdo con su identidad de género, pero el organismo apeló la sentencia y ganó en segunda instancia. De esta manera, los documentos de Amada volvieron a tener datos correspondientes al sexo asignado al nacer.

“Cuando se hizo este proceso bajo la legislación ecuatoriana con el caso Amada, no se tuvo la misma respuesta”, señala Paula.

El caso ahora se encuentra en la Corte Constitucional para tener un fallo definitivo, pero el organismo no lo analiza aún.

“Hasta que el caso Amada no se resuelva en la Corte Constitucional, un niño o niña ecuatoriana transgénero que no tenga doble nacionalidad y no tenga una sentencia en el extranjero, no encontrará la misma actitud que el Registro Civil tuvo con Ela”, señala Paula.

Pero Ela guarda esperanza en que la lucha que inició genere cambios para otrxs niñxs trans que buscan que el Estado reconozca su identidad. “Quiero que sea más fácil para los demás, porque las personas no tienen por qué luchar por derechos que deben tener y hoy no tienen”.

Este año viajará con su nuevo pasaporte ecuatoriano por primera vez. No oculta su emoción en visitar al país con documentos con los que está conforme. “En este viaje voy a poder sentir que soy reconocida en mi país por quien soy”.

*Ela es un nombre protegido elegido por la familia para proteger la identidad de la niña.

Víctor Hugo Carreño

Fundador y director editorial. Magíster en Periodismo, Diplomado en Comunicación, Género y Derechos Humanos, y becario del International Center for Journalists. Sentí culpa por ser gay y me encerré en el clóset casi hasta los 30 años. Hoy, con orgullo y aguantando aún señalamientos, defiendo y hago un periodismo que vigile el cumplimiento de derechos LGBTIQ+.