Heartstopper: la serie que hubiese querido tener a los 15

Heartstopper tiene menos de 15 días de haberse estrenado en Netflix a nivel mundial y, como muchos, he visto sus ocho capítulos de un tirón. La serie—basada en el cómic web de Alice Oseman— ha tocado una fibra sensible en mí, o más bien en el adolescente que fui y que tuvo que reprimir sus emociones durante toda su vida colegial.

Pero, ¿por qué hoy, con tantas otras series con personajes o temáticas LGBTIQ+, Heartstopper se posiciona en el top 10 de Netflix en un país como Ecuador? La respuesta pareciera poder leerse en los cientos de posts de la audiencia de la serie: Heartstopper es esa historia que los treintañeros hubiéramos querido tener a los quince. 

A diferencia de otras producciones sobre adolescentes pensadas para un público un poco mayor, como Euphoria o Élite, Heartstopper es una historia que bien puede haber sido pensada para chicos y chicas en edad escolar.

La maravilla, por decirlo de algún modo, es que los protagonistas crecen, hablan, se descubren y sienten de un modo en que cualquiera, gais o no, puede encontrarse en ellos. Heartstopper es una invitación a reflexionar sobre cómo la adolescencia es particularmente difícil para alguien que no solo debe encontrar su identidad, sino que debe hacerlo con un sinnúmero de obstáculos. Lo primero que pensé en el instante en que me enganché con la serie fue: cómo me habría gustado ver una historia como ésta cuando tenía la misma edad que Nick y Charlie.

Heartstopper presenta a Charlie, de 14 años, mientras se enamora del popular jugador de rugby de su colegio, Nick. Este último rescata a Charlie de Ben, su noviecito heterocurioso, mientras lo bullea a escondidas porque su relación se sostiene sobre un juego de poder. 

Ben abusa de Charlie tanto como lo necesita para explorar lo que él llama “una fase”. A partir de ese rescate, Nick y Charlie se vuelven cercanos y pasan de decirse “hola” en los pasillos del colegio unas treinta y siete veces al día a hacer los deberes juntos en casa de Charlie.

Uno de los elementos mejor logrados en la creación de los personajes y la historia es el círculo que rodea a Charlie: tan diverso como cercano. Tao es su mejor amigo, un chico hetero que extraña a la también amiga de Charlie, Elle, pues ha iniciado su transición y asiste ahora al colegio de chicas. Además, la figura del profesor de arte de Charlie, que hace las veces de consejero y protector.

Los adultos en esta serie tienen pocas líneas, pero su rol es imprescindible para que los chicos y chicas puedan descubrir su identidad y accedan a una adolescencia que la gran mayoría de espectadores adultos no tuvimos. 

El foco aquí está puesto sobre las relaciones humanas y la búsqueda de la identidad en la adolescencia. A diferencia de muchas series de temática LGBTIQ+, los personajes no están hipersexualizados ni exploran su sexualidad necesariamente con el cuerpo. Se plantean preguntas, se equivocan, tienen comportamientos emocionalmente responsables y son conscientes de que no todo se trata de A o B. La bisexualidad, pocas veces abordada, aquí es visible.

Y no es que haya algo malo con ponerle el cuerpo a esa búsqueda que hacemos todos cuando se alborotan las hormonas, pero ya era hora de tener personajes que se sienten y actúan como los adolescentes que son. 

La serie es un mecanismo para que chicos y chicas y sus padres y madres se planteen preguntas sobre sus comportamientos y sus roles. Olivia Coleman en Heartstopper es la madre que cualquier joven gay querría tener: comprensiva, empática, dispuesta a validar las emociones de su hijo sin acudir a la moral. Su escena en el capítulo final de esta primera temporada, junto a Nick, su hijo en la trama, se siente como un abrazo. Uno que para muchos de nosotros tarda años en llegar. 

Heartstopper también da en el clavo cuando hace que sus personajes estén tan conectados e informados como lo están los chicos y chicas de hoy. Hay un centenar de escenas en que la comunicación sucede en un celular, y, aunque a ratos habrá algún emoji que nos cueste interpretar, hay que admitir que la protección y el apoyo que el círculo de Charlie supone en su vida se construye no solo desde la amistad, sino también desde la información.

La diversidad sexual es un tema que los personajes no temen abordar, o por lo menos no temen poner sobre la mesa para aprender y desaprender. Por eso me parece tan acertado que podamos ver a profesores acompañando y apoyando a Tara y Darcy, dos chicas lesbianas, o a nuestro protagonista, Charlie, en sus respectivos descubrimientos. La adolescencia no es otra cosa que un proceso de descubrimiento, que para fortuna de Nick y Charlie, ocurre con el apoyo de sus seres queridos. 

Hay varios momentos memorables y sobre los cuales tengo mucho que decir, pero no quisiera adelantar más detalles. Esta es una serie que hay que ver. Comentaré eso sí la que la audiencia ha decidido nombrar “The I’m sorry kiss scene”. Este beso no es solamente un beso, sino ese momento tan pleno como abrumador en que Nick entiende por fin que está a salvo con Charlie. Que sus sentimientos son válidos, que puede quererle y que sin importar que su sexualidad todavía no le sea clara, él también le quiere. Este es el beso que todos esos treintañeros que no paramos de dar likes en redes al contenido de Heartstopper hubiéramos querido dar. 

En un país como el nuestro, con todas las limitaciones y las dificultades que tanto los colegios como la sociedad nos imponen desde niños, pensar en que historias como las de Nick y Charlie podrían suceder es irreal. Al menos por ahora. La homofobia, la falta de información y de empatía siguen enquistadas en la sociedad. Sin embargo, estoy convencido de que este tipo de series y su éxito nos hacen soñar con una generación con más libertades para ser y sentir, para explorar y descubrir. 

Habrá quienes digan que la dulzura y la pureza con que los y las adolescentes de Heartstopper se relacionan es difícil de creer. Estoy seguro de que los y las miles de fans coincidirán conmigo en que eso importa poco. Los amores jóvenes y platónicos siempre tienen algo de absurdos. Lo importante aquí es que esta serie existe y que hay un adolescente gay ahora mismo sintiéndose representado, entendiendo que sus emociones y sus curiosidades también importan. 

Roger Gavsaj

Escritor, educador e ingeniero químico. Como le pasa a muchos en este país, debo seguir en el clóset para mantener un trabajo.