Los roles impuestos

Los roles sexuales son gustos, con los cuales yo me identifico y los ejerzo para disfrutar de mi sexualidad.

Solemos diferenciarlos entre un rol activo, pasivo y versátil. La sexualidad es cambiante; por lo tanto, nuestras prácticas sexuales también. Es decir, puede ocurrir que una persona que siempre ha ejercido un rol pasivo en sus relaciones sexuales, descubra que siente placer penetrando, o que una persona de rol activo, sienta deseo y placer siendo penetradx.

En la Roma Clásica no existía el término homosexual, como le conocemos hoy en día. De hecho, el tener sexo con otro hombre no era cuestionado. Lo que se ponía en tela de juicio en esa época era el rol que podías ejercer. Un activo era un ciudadano de alto rango, y un pasivo era un esclavo, o una persona de bajo estatus; por lo tanto, un romano no podía “rebajarse” siendo pasivo. En la actualidad, esta regla sigue en pie, aunque desde otra perspectiva.

Hoy suele ocurrir con frecuencia que confundimos expresión de género (la apariencia, los gestos, actitudes) con las prácticas sexuales (penetrar o ser penetrado), como si estos necesariamente deben ir de la mano. Son dos cosas totalmente diferentes y que no siempre van juntas.

La heteronorma nos ha impuesto modelos, que hemos venido adoptando por no tener referentes en la sexualidad diversa; por eso, aún se tiene la idea que ser pasivo es sinónimo de ser “débil, amanerado, sutil, femenino” y, lo peor, que tener dichas características es algo negativo.

Por el contrario, si eres activo debes ser muy masculino, ser musculoso, tener la iniciativa y una voz gruesa, tienes prohibido sentir placer en ciertas partes de tu cuerpo (glúteos) y si te sales de este molde, serás señalado, rechazado o incluso cuestionadas tus prácticas sexuales, repitiendo así el mismo patrón de discriminación que hemos venido sufriendo a lo largo de la historia por ser diferentes.

Los autores Javier Sáez y Dejo Carrascosa, en su ensayo Por el culo. Políticas anales, van más allá y afirman que el culo es ese lugar que ha sido asociado con la injuria, con la infamia, con lo sucio, lo malo, lo peor, y no solo eso, desde allí se han instaurado normas de género, de sexualidades, de clases sociales, “lo penetrable es femenino y lo impenetrable masculino”. Sin embargo, desde lo queer se entiende que todos tenemos un culo y que este es un ente democrático ya que no hace distinción de géneros, que no tiene orientación sexual, ni clases sociales y que nos une en el gran festín del placer, de la comunión de los cuerpos.

Por lo tanto, esto es una invitación a que dejemos de suponer el rol de una persona por cómo viste, habla o cómo expresa su género. Si deseas saberlo, pregúntalo.

No te sientas mal porque tú hayas descubierto nuevas formas de sentir placer y ya no ejerzas ese mismo rol. Recuerda, es tu vida, es tu cuerpo y son tus normas.

En el sexo elige hacer lo que te pida el cuerpo y no lo que te marque un rol.

Luis Hernández

Comunicador y creador de Sexplorador. Psicológo y terapeuta sexual. Viví la sexualidad y afectividad desde la mirada acusadora del otro, asociando estos dos aspectos de mi vida con asco, culpa y vergüenza. En la actualidad, me dedico a brindar servicios psicológicos LGBTIQA+ y a crear contenido divulgativo referente a la sexualidad.