Born This Way: Ser y existir como categorías políticas

No soy un marica disfrazado de poeta.

No necesito disfraz,

aquí está mi cara.

Hablo por mi diferencia, 

defiendo lo que soy

Pedro Lemebel – Manifiesto “Hablo por mi diferencia”

Tener y ser un cuerpo vivo, es tener un sexo que late, que se moja, que se erecta, que se asume. 

Tener y ser un cuerpo vivo, es asumir la diferencia sexual no solamente como materialidades biológicas. 

Tener y ser un cuerpo vivo es asumir una representación social y política dentro de los discursos. Tener y ser un cuerpo vivo no es solo una experiencia de representaciones de identidades. 

Tener y ser un cuerpo vivo es el primer lugar de enunciación para hacer política. 

Tener y ser un cuerpo vivo es convertir los imaginarios sobre las prácticas estereotipadas, burlescas y patriarcalizadas sobre la existencia LGBTIQ+

Tener y ser un cuerpo vivo es dar nacimiento a un sujeto político.

La existencia política sobre la sexualidad tiene un recorrido e historia de producción y reproducción de imágenes sobre ideales occidentalizados, capitalizados, heteronormados y motivados principalmente por el y hacia el poder. El existir no es solamente un acto de vida desde un lugar común, sino que las prácticas que se producen para establecer las diferencias en torno al sexo/género/orientación e identidades, responden a un modelado de cuerpos en movimiento frente a otros cuerpos, desplazados como un teatro. En otras palabras, la norma sería el resultado de totalidades, mientras que las diferencias corresponde a una diferencia que obtura, que hace imposible y por lo tanto resiste sobre los supuestos ideales que intentan emancipar una norma. 

Las representaciones sociales y la cultura LGBTIQ+ tiene una historia llena de paradigmas, constructos e interpelaciones. Althusser afirma que las representaciones sociales siempre son aceptadas y absorbidas en cuanto exista un nivel de aceptación de los sujetos, aun sabiendo que todo lo que conocemos como “realidades sociales” son efectos de producciones imaginarias. Es decir, en la forma que nos (re) presentamos en el mundo se encuentra lleno de ideales que responden sólo asumiendo sin interrogar. 

Michel Foucault en su texto “Historia de la Sexualidad, Volumen 1: La voluntad de Saber” indica que la sexualidad dejó de ser considerada un asunto de realidades privadas e íntimas, sino que la sexualidad y por lo tanto las identidades son una construcción discursiva de acuerdo a los propósitos políticos de la clase social dominante. No es una cuestión de azares que las identidades LGBTIQ+  hayan existido en vías siempre tan dispares en la historia de la humanidad: o se la asume con orgullo porque el poder lo decide, o se la esconde, patologiza, expulsa, se la abyecta, porque el poder así lo decide. 

La serie Veneno aborda la historia de Cristina Ortiz, conocida como La Veneno, un mujer trans que se convirtió en un referente LGBTIQ+ en España. En la foto, la actriz Daniela Santiago, quien personifica a Cristina Ortiz en uno de los momentos de la serie.. SENSACINE

Es desde esta perspectiva que se puede plantear que la maquinaria de la sexualidad y las identidades tiene una relación directa con la producción discursiva en torno al poder. Tener un sexo y un cuerpo es un asunto de tecnologías que sirven como un motor de producción social en torno a aprendizajes de comportamientos sexuales, hábitos, inhibiciones. 

Para Foucault, entonces, las tecnologías sexuales que aparecen a finales del siglo XVIII aseguran una suerte de “supervivencia de clase” y una hegemonía en torno a lxs cuerpxs que no se configuran en cuanto a la norma. Es de esta forma que el poder determinara 4 figuras para poder ser clasificadas, medidas, evaluadas, estandarizadas que son: lxs ninxs y su sexo, el cuerpo femenino, los comportamientos en torno a la procreación y la psiquiatrización de comportamientos sexuales anómalos que a posterior se los categorizará como perversos. 

Estos discursos de producción implantados que vienen desde diversos saberes como las pedagogías, las psicologías, el psicoanálisis, la medicina, la economía, apuntan directamente sobre un imaginario que (co)responden a los imaginarios de la conservación de la especie transitado directamente en el rol de la familia como único referente para el existir de un sujeto; en efecto, para existir dentro de las dinámicas sociales, se necesitará una máscara que anuncie el espacio político “ser hombre/ser mujer”, aunque paradójicamente sea un sentido de ocultamiento de realidades. 

La máscara de identidades sólo le permiten a los sujetos una noción provisoria que resuelve algo de la metafísica occidental de lxs cuerpxs. Cuerpxs llenxs. Completxs. Sin bordes. Que obturan la imagen y la manipulan y que de la misma forma bajo la operación lógica de la completud se manifiestan identidades y cuerpxs que obturan la totalidad, la hacen imposible, se fisuran, la agrietan. Se hacen diferencia. 

Preguntar el ser de las identidades jamás podrá ser respondida por la sustancia, Paul B. Preciado en “Testó Yonqui” dice que el género no tiene que ser visto sólo como un concepto, una ideología, e inclusive un performance, se trata de una ecología política. Es decir, que las supuestas certezas que se tiene sobre el cuerpo, la orientación y la identidad son ficciones, no porque no existían en el sentido conceptual, sino más bien ficciones que serían condensaciones de saberes, de epistemologías, donde el cuerpo y las identidades que reproduzcan mantienen las estructuras de poder del género.

Es bajo esta perspectiva qué cuando se habla de la importancia de la emancipación de lxs cuerpxs y las identidades LGBTIQ+ dentro del sistema patriarcal sería un anunciamiento directo y hasta un combate por existir – resistir en la historia de injurias que por siglos se ha perpetuado.  

Ver representaciones de cultura LGBTIQ+ en medios, no es solamente una participación activa y mediática sobre las identidades, sino una verdadera sodomía de la vida, un atravesamiento sobre la maquinaria patriarcalizadora y avanzar un punto más, el nacimiento de una decisión de voluntad, con estrategias, técnicas, tácticas en búsqueda de las grietas para denunciar la opresión y la inequidad coyuntural. 

En la nueva entrega de cómics de Superman, Jon Kent, hijo de Clark Kent y Lois Lane y quien adoptará la identidad del superhéroe, será bisexual y mantendrá una relación amorosa con un compañero de trabajo. DC COMICS

El esfuerzo por luchar a través y por las identidades LGBTIQ+ sería una consideración oportuna de luchas que representan un obstáculo (consciente) para todos los procesos totalizantes del reino ficticio de la heterosexualidad. Lo LGBTIQ+ representa un obstáculo y no un afuera. En efecto, el afuera y el adentro también son nociones ficcionales que emergen a través de realidades estandarizadas bajo los efectos del poder.  Es necesario remarcar que la identidad y las representaciones LGBTIQ+ fisuran y agrietan la pseudo arquitectura metafísica donde se sostiene la heterosexualidad como un resultado lleno de nociones totalizadoras. 

Para concluir, señalo el concepto que el filósofo Francés Jacques Derrida propone que es  Deconstrucción, pero no como el mal-sentido del concepto que la pop/culture agarra como sinónimo de “auto cuestionamiento” sino en la noción de que la deconstrucción se opone a la destrucción, como una estrategia sin finalidad, un movimiento que apunta a un desmoronamiento de las estructuras metafísicas occidentales y que nos invita a pensar en los procesos de transición no sobre los finales de la operación. 

La metafísica occidental contemporánea que de una u otra forma se batalla en el diario vivir a través de las identidades LGBTIQ+, sería una lucha contra lo carnofalologofonocentrismo. Carno porque se hace referencia a la soberanía del hombre viril que articula lo racional en la experiencia del sacrificio sobre la carne. Falo, la remisión hacia el poder, lo que en psicoanálisis se diría el significante primordial de los significantes. El significante que enmarca la ley. Fone, la voz como privilegio en relación a la escritura y el logo como la razón occidentalizada.

Por este motivo, las identidades LGBTIQ+ son un proceso de crítica sobre las identidades heterosexuales, el devenir queer, el devenir marica, el devenir trans, el devenir nómade como procesos de desterritorizalizar el piso de la norma. 

Pensar sin fines. Ser rechazo de los tiempos que corren más rápidos que el deseo. Apostar a la diferencia. Redefinir los contextos. Abrazar los usos. Movilizar el cuerpo. Darle vida a la lengua política. 

Y recordarnos como mantra: despatriarcalizar, descapitalizar y descolonizar nuestros deseos que intentan ser capturados en sistemas de (re)producción social. 

Tener y ser un cuerpx vivx como hechiceros de la época.

David Aguirre

Psicólogo clínico, máster en Psicoanálisis, máster en Filosofía de la Religión, Doctor en Psicología. Actualmente, ganador de la beca académica post doctoral en 17 Instituto de Estudios Críticos con el tema “Inconsciente y procesos de descolonización”. Sus líneas de investigación están atravesadas por las nuevas formas de subjetivación, género y arte.